Si el público no se rie, fracasás

Diario La Arena, Santa Rosa, febrero 2008

Transcripción de la nota 

La actualidad y la vida cotidiana son analizados en “Stand up”, la pieza teatral que se podrá ver esta noche en ATTP. “Tratamos de huir de la imagen del monologuista que se sube a decir una tira de chistes”, dijo uno de los actores.

“Todo lo que dice el público es bien recibido y es parte de la obra”, dice Gustavo Valiente, periodista y uno de los actores del grupo “Señales de humor” de Buenos Aires. El elenco presentará esta noche en nuestra ciudad “Stand up”, una pieza teatral basada en al chispa de cinco monologuistas, que desmenuzan la realidad y la vida cotidiana, desde la ficción, la ironía y el absurdo. Hay música, baile y mucha interacción con los espectadores.

La función será hoy a las 22:30 en la sala de la Asociación de Trabajadores del Teatro Pampeano (ATTP), situada en José Luro y Bolivia. El plantel de “Señales de humor” se completa con Matías Pontnau, Germán Ven, Nancy Gay y Gabriel Gómez, animador del show y encargado de “soldar” cada uno de los unipersonales de sus compañeros, con pequeños monólogos y gags. También participará como invitado el actor Simón Booth.

En un taller.  La historia del grupo comenzó hace dos años en un taller dedicado al “stand up”, genero que daría un año después el nombre a la obra debut de la compañía. “Es una performance humorística basada en el trabajo de un intérprete, que trata de seducir al público con sus chistes”, explica Valiente. Para el actor, es una manera “cool” de hablar del monólogo de humor clásico porque, en realidad, su estructura no dista de lo que sucede en el café concert. Surgió hace dos décadas en Estados Unidos y comienza de a poco a hacerse lugar en las salas porteñas. “Cada vez, hay más gente que se interesa por aprender sobre esta vertiente del unipersonal y, actualmente en la calle Corrientes, hay unas seis o siete propuestas que se encuadran dentro de este género” añadió.

A los pocos meses de haber terminado las clases, los cinco integrantes de “Señales de humor” se pusieron a trabajar en los guiones de su primera pieza, que se estrenó con muy buena crítica el año pasado y que se sigue presentando en el Paseo La Plaza en Buenos Aires. “Tratamos de huir de la imagen del cuentista que se sube a decir una tira de chistes, la premisa es que el actor esté en el escenario sin otro recurso más que el micrófono y su ingenio”, describió.
Los actores provienen de ámbitos tan diversos como el teatro clásico, la música, el periodismo y la programación de espectáculos.

Otra nota que distingue a la compañía es la participación de Nancy Gay, una de las pocas mujeres dedicadas al género. “Es un estilo cultivado mayoritariamente por varones y, a las chicas, les presenta el desafío de conquistar el escenario con su propia mirada y sin perder la feminidad”.
Cada uno de los monologuistas se ocupa de la escritura de su guión, que se ajusta luego grupalmente. “La prueba de los textos se realiza primero entre nosotros y, luego, en los shows”.

No hay dos presentaciones iguales porque el material se renueva permanentemente en un trabajo, que los actores denominan su “laboratorio creativo”, una instancia de producción para que ni la pereza, ni la costumbre se devoren la capacidad de ver cosas nuevas para entregarlas al público.

“Hablamos de lo que nos pasa a nosotros, lo cotidiano, el amor y la actualidad, pero los temas deben estar siempre al alcance de la gente, sino se corre el riesgo de que se quede afuera”.
Como en el teatro tradicional, el guión es el armazón del proyecto, pero se puede dejar para construir situaciones y gags con los espectadores. “El único corsé que no podemos abandonar es el del humor porque, en este género, si el público no se ríe, fracasás”.

La platea. El escenario habitual del espectáculo es el “teatro bar” porque se trata de un espacio a donde las personas acuden para ver una obra y se entregan con más facilidad, que en un café o un restaurante, ambientes clásicos donde vive el monólogo de humor.

Al principio, la gente es muy tímida, pero después se va soltando cuando ve que la interacción no se basa en la “agresión” o en hacer chistes sobre los que están mirando.
“Es un género que necesita intimidad y atención, un clima que depende en gran medida del carisma del actor”, concluyó Valiente.